Un punto, otro punto. Dos puntos que trazan una línea en el espacio.
Vértice de un mismo cuerpo, tan rígido como etéreo. Traslucido, firme, confiable.
Y caminas.
Caminan quienes quieren arriesgarse. Caminan quienes quieren. Tan solo lo hacen.
Viga de equilibrio, cuerda floja. No mirar hacia abajo. un paso y otro, meticulosamente calculados.
Descalzos, livianos, angostos.
No mirar hacia abajo.
Y si pisas mal te caes, y si, que pasa, nada. No pasa nada. Te caes. Después ves.
Podes probar con los ojos cerrados si. Te gusta el riesgo, veo! O no veo nada.
Ya no veo nada, todo negro.
Bueno ahí voy, un paso y otro, meticulosamente calculados.
Mitad del recorrido, quizá tan solo el principio, ojala el final, quien sabe, yo no se, si no veo nada.
Mi objetivo, la plataforma que me espera ahí, del otro lado, (el punto ese, que te dije antes), que no se donde esta, porque no veo nada.
Hace cuanto que camino, no se. Un año, dos, cinco. Cinco minutos creo.
No se mas del paso del tiempo.
Es que el tiempo ya no es tiempo sino un deseo. Inalcanzable parece.
Los minutos dejaron de ser minutos para transformarse en estrepitosos monstruos que solo burlan mi valentía. Apuesto a que ellos no se animan a caminar por acá.
Verdes. Puntos verdes en el espacio, como luciérnagas. Esos son mis monstruos.
Cada vez mas, cada vez mas intensos, cada vez mas luminosos, cada vez mas!
O sera que me estoy quedando ciega.
Mejor abro los ojos.